domingo, 3 de agosto de 2014

El padre Ezequiel Morales oficia la Misa de mediodía en Catedral

Por Alejandro Echartea

La misa dominical de este mediodía en la catedral del Sagrado Corazón de Jesús fue oficiada por el sacerdote Ezequiel Morales Arellano en ausencia del obispo de la diócesis de Ciudad Victoria, Antonio González Sánchez, en cuyo mensaje citó pasajes del capítulo 4 del evangelio según san Mateo.
“En aquel tiempo cuando al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario, al saberlo la gente lo siguió por tierra desde los pueblos.
Cuando Jesús desembarcó vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos, como ya se hacía tarde se acercaron sus discípulos a decirle ‘estamos en despoblado y empieza a oscurecer, despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer’.
Pero Jesús les replicó, ‘no hay falta que vayan, denles ustedes de comer’, ellos le contestaron, ‘no tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados’, y él les dijo ‘tráiganmelos’. Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados y mirando al cielo pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que habían sobrado se llenaron 12 canastos, los que comieron eran unos cinco mil hombres sin contar a las mujeres y a los niños, palabra del señor”.
Con esta lectura el sacerdote destacó dos mensajes, el primero fue que seguir a Dios implica un sacrificio, “que seguir al señor no siempre será fácil, que el seguir al señor pedirá un esfuerzo, pedirá una entrega y pedirá un compromiso siempre”.
Ezequiel Morales Arellano,
licenciado en Derecho Canónico,
ofició la Misa de mediodía en la
catedral del Sagrado Corazón
de Jesús este domingo en
sustitución del obispo
Antonio González Sánchez
Por otro lado destacó también que un cristiano debe compadecerse del dolor de su prójimo y ayudar a curarlo si está en sus manos, “el cristiano no puede ir caminando por la vida olvidándose de los demás que van junto a él, tiene que recordar que va caminando junto a otros hermanos, que no son desconocidos y por lo tanto no debe ignorar la necesidad del que sufre al lado de él y debe de tener un corazón abierto para la caridad”.
El sacerdote -quien recientemente concluyera sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, Italia, con la Licenciatura en Derecho Canónico-, presidió la misa dominical y se encuentra a la espera de que se le asigne una parroquia dentro de esta diócesis para prestar sus servicios eclesiásticos, “no podemos llamarnos hijos de Dios si vamos enemistados con las personas que caminan junto a nosotros en esta vida”, finalizó.

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