«Dartagnan-musketeers» por Maurice Leloir (1851-1940) Signatura pie derecha wood engraving by Jules Huyot Signatura pie izquierda - http://rylibweb.man.ac.uk/data2/spcoll/dmunro/. Disponible bajo la licencia Public domain vía Wikimedia Commons.
Por Alejandro Echartea
Hace apenas unos segundos he terminado de leer el segundo
tomo de ‘El Vizconde de Bragelonne’, la tercera parte de la trilogía de novelas
de d’Artagnan escrita por Alejandro Dumas y que comprende además ‘Los Tres
Mosqueteros’ y ‘Veinte Años Después’.
Escrito en 1844 ‘Los Tres Mosqueteros’ narra la historia de d’Artagnan, un joven francés de origen gascón que parte hacia Paris para unirse a la compañía de Mosqueteros del rey Luis XIII, viaje que lo lleva a conocer a tres célebres personajes, Athos, Porthos y Aramis, quienes dan nombre a la citada obra; no obstante, esta relación de ideas me lleva al año de 1988.
En 1988 el autor de esta crítica contaba con 12 años de edad
y estudiaba teatro infantil en la Casa del Arte de Ciudad Victoria, las clases
eran de lunes a viernes de 19 a 20 horas, sin embargo y como muchas veces
sucede, en ocasiones esas clases o bien se suspendían o eran más cortas de lo habitual,
ocasiones que aprovechaba para ir a ver a mi madre a su salón de belleza
ubicado a escasas cuadras de la Casa del Arte… o me escapaba a las librerías.
Desde entonces y aún a la fecha la lectura para mí es un
hábito, leo de todo, desde comic’s pasando por revistas hasta libros. En una
tarde de verano en que la clase se acortó -o no hubo- realicé una de esas
escapadas, travesura para un niño de sexto de primaria, y deambulé por los
estanquillos del centro de la ciudad.
Buscaba en esa ocasión el número semanal de ‘El Asombroso
Hombre Araña’ que no había podido encontrar en la farmacia cercana a mi
primaria, por alguna razón no pude encontrar ese ejemplar esa semana pero mi
búsqueda me llevó a la tienda Gran’D Carrera, quiero aclarar que en aquella
época ese supermercado contaba con una pequeña librería oculta entre sus
pasillos en cuyos estantes descansaban desordenadamente libros, revistas e
historietas por igual.
Oculto entre ese caos se encontraba un librito de pastas
rojas con una cubierta de papel impresa en ella con cuatro espadachines tomados
del brazo caminando por un callejón en actitud triunfal, el título era ‘Los
Tres Mosqueteros’.
Lo tomé más movido por la curiosidad que por el interés, y
es que en ese entonces mi gusto literario estaba apenas naciendo, en aquellos
años había leído ya ‘Corazón, diario de un niño’, ‘El lazarillo de Tormes’, ‘El
Principito’, ‘El Círculo Matarese’ y con mucha dificultad pero más por
tenacidad había leído también ‘La Iliada’ y ‘La Odisea’, de los personajes de
Alejandro Dumas los conocía sólo por reputación y vi en esta la oportunidad para
conocerlos mejor.
El precio me encantó, en una época en que una historieta
costaba casi los mil pesos el precio de este libro -que era mucho menor- me
pareció una ganga, a 26 años de eso creo que ha sido mi mejor inversión. No les
contaré la historia, para eso tienen que conocerla por ustedes mismos.
“No es lo mismo Los Tres Mosqueteros que Veinte Años Después”,
cuenta el dicho cuando queremos demeritar a alguien por el simple hecho de la
edad, esta afirmación no podría estar más errónea, en ‘Veinte Años Después’ nos
volvemos a encontrar con los personajes del libro anterior (d’Artagnan, Athos,
Porthos y Aramis), veinte años más sabios pero con los mismos bríos, arrojo y valor
que en ‘Los Tres Mosqueteros’, este dicho debe de ser entendido como que ‘el
tiempo hace al buen vino’, quien lo entienda de otra manera es porque no ha
leído el libro.
En ésta novela conocemos a Raúl de Bragelonne, hijo del conde
de la Fère (Athos) y presenciamos la rebelión cromwelliana en Inglaterra que le
cuesta la cabeza al rey Carlos I, al mismo tiempo vemos la rebelión frondista
en Francia que pone en jaque el primer ministro, el cardenal Mazarino y conocemos
a un joven rey Luis XIV.
De esta novela tengo que mencionar que si bien con ‘Los Tres
Mosqueteros’ regresaba a releerlos una vez por año hasta los 17, a ‘Veinte Años
Después’ no lo pude localizar sino hasta veinte años después, en la Feria
Universitaria del Libro de Ciudad Victoria cuando lo leí.
Al siguiente año volví a esta misma feria pero para adquirir
‘El Vizconde de Bragelonne’, cuál sería mi sorpresa que esta obra venía en dos
tomos de más de 800 páginas cada uno, publicado por la editorial Porrúa de su
colección ‘Sepan cuantos…’.
La lectura de esta última parte de la trilogía de los tres
mosqueteros me costó mucho no por lo difícil de la lectura, al contrario, la
lectura es amena y te invita a seguir capítulo tras capítulo, sino porque para
mí era como una despedida largamente prolongada de unos viejos y maravillosos
amigos.
En ésta ocasión, 10 años después de ‘Veinte Años Después’ y a
35 años de lo ocurrido en ‘Los Tres Mosqueteros’ vemos a un d’Artagnan viejo y
aburrido de su suerte en donde no ha podido crecer ni destacar tanto como sus tres
amigos por lo que decide dejar el servicio del rey y partir hacia Inglaterra a
buscarse su fortuna.
En este entramado político observamos el ascenso de Carlos
II al trono de Inglaterra y cómo Luis XIV hace lo propio en Francia tras la
muerte del cardenal Mazarino, también presenciamos un triángulo amoroso que
afectará gravemente al hijo de Athos, personaje que presta su nombre al título
de esta obra, pero de la que no quiero entrar más en detalles para no arruinarles
la sorpresa a nuestros lectores.
Sólo quiero hacer la recomendación de estas tres obras
representativas de la literatura romántica francesa del siglo XIX, en la que ya
desde entonces Dumas crítica ácidamente los convencionalismos ya existentes de
esa época señalando que ’tiempos pasados fueron mejores'.
Si usted es padre de familia le recomiendo esta lectura para
sus hijos, en un mundo como el nuestro en el que los antivalores son ‘el pan
nuestro de cada día’, un poco de fantasía heroica no nos viene mal y es que,
¿qué tiene de malo esgrimir valores como la amistad, el honor y la justicia en
nuestro día a día?
“Uno para Todos, Todos para Uno”.
Ciudad Victoria, Tamaulipas, 25 de julio de 2014
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